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Paula Posada

por Santiago Rivas

 

Paula es un gato. No le mire más. O bueno, al contrario, el hecho de que Paula sea un gato le da una infinidad de oportunidades. Para quedarse en silencio, para tratar de entender qué exactamente es lo que está mirando o para jugar, que es lo mejor que se puede hacer con un gato.

 

Nació en Bogotá, géminis con ascendente piscis. Dos signos mutables, que a su manera, buscan jugar. Es mono en su horóscopo chino. Así que ella es el mono,  que genera la curiosidad que mató al gato; y por supuesto, es el gato. De ahí que  Paula solamente juegue, pero lo haga muy en serio. Siempre ha sido así: en el teatro, jugando rol, estudiando filosofía y luego eso que estudió lejos, que ella nunca termina de nombrar por completo.

 

Aceptó jugar con nosotros a que éramos una fiesta seria, cuando se nos rompían tubos del agua y podíamos fundir una casa completa. Desde entonces, es dueña de cada territorio que pisamos, y por eso es la primera que va a revisar si hemos o no de pisar un territorio. Como los gatos, tiene un pie acá y otro allá, por lo que recibe mensajes fidedignos sobre la viabilidad o no de una casa para nuestros juegos adultos, nuestras fiestas y periódicos y proyectos. Es la jefe cuando tiene que serlo y cuando no, a veces también le hacemos caso. Ella sabe. Paula sabe un montón de cosas sobre las cuales no habla. Le gusta en cambio hablar sobre objetos de diseño, las cosas bonitas que recolecta para su vida y la forma como se rodea de personas que llenen su vida de cosas bonitas, incluyendo en esta categoría monstruos de todos los raigambres, pelambres y tentaculambres. Siempre está al borde de nuestras divagaciones creativas y solamente interviene cuando lo cree estrictamente necesario. A menos que uno la encuentre sola y con azúcar, entonces da rienda suelta a su propia lluvia de ideas. Casi siempre es la primera en opinar sobre el afiche de una fiesta o un Desmadre Ilustrado.

 

Es una socia confiabilísima. La gente cree que los gatos (y los géminis y los piscis) no son de fiar, pero es porque son muchas cosas al mismo tiempo. Caminan como panteras, atacan como tigres y juegan como gatos. Cazan, previenen contra las personas perjudiciales, convierten la energía mala en energía buena y conservan siempre prendida su antena de médium. Eso sí, jamás dicen ni cuentan todo lo que pasa por sus cabezas. Si no le gusta el misterio, no se haga amigo de un gato.

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